Si alguna vez te han dicho que el matrimonio y los hijos son elementos muy importantes en la decisión de hacerse un seguro de vida, no te han mentido. No cabe duda que el hecho de tener una familia, total o parcialmente dependiente de ti, es un acicate para protegerte frente a la posibilidad de que ocurra lo que nadie quiere que ocurra. Esto podría llevarte a la conclusión de que si estás soltero y sin hijos, no necesitas un seguro de vida. Pero es una conclusión un tanto apresurada.
Es cierto que el seguro de vida lo adquieren el doble de casados que de solteros; pero éstos son una cuarta parte de todos los que adquieren un seguro de vida, así pues su presencia está lejos de ser testimonial. La primera razón para ello es que soltero, como bien sabes tú si es tu estado, no quiere decir, en modo alguno, que se sea un eremita que no conoce a nadie ni tiene relación con nadie. Muchos solteros tienen personas queridas, las primeras de ellas su familia; personas allegadas que algunas veces incluso dependen de uno o, en cualquier caso, son personas a las que la persona quiere dejar algo si ocurren cosas inesperadas.
La segunda gran razón es que los seguros de vida, como los seguros en general, hoy en día rara vez se presentan de una forma totalmente pura, con una sola cobertura. Un seguro que garantiza una indemnización por fallecimiento también puede garantizar prestaciones por invalidez total o parcial, o por enfermedad, o por accidente. Todas estas circunstancias le pueden ocurrir a cualquiera, y si bien en el caso del fallecimiento obviamente el interés del asegurado es en favor de otras personas, estas obras coberturas ya lo son en interés propio del asegurado. Como consecuencia, ya da bastante más igual que se sea soltero, casado, viudo o miembro de una tribu; lo importante es sentirse personalmente protegido.
Los seguros de vida no solo cubren el fallecimiento, también puede garantizar prestaciones por invalidez total o parcial, o por enfermedad, o por accidente.
Todo esto, claro, sin tener en cuenta los seguros de vida-ahorro, en los que se podría pensar que el interés del soltero es incluso superior al del casado. En el caso de que ambos miembros del matrimonio trabajen, en el hogar del casado son, por definición, dos los que ahorran para el futuro; pero el soltero está solo, así pues debe mirar por su futuro con más interés.
De hecho, hablando de la protección frente al fallecimiento, tal vez te sorprenda saber que la que adquieren solteros y casados apenas varía. Ambos compran seguros que les garantizan el pago de unos 48.000 euros en el caso de muerte. Así pues, si bien es cierto el hecho de que los casados se aseguran con más frecuencia que los solteros, no lo es que se aseguren más. Y eso da la medida de hasta qué punto muchas personas no casadas, a pesar de estar en dicho estado, perciben la necesidad de protegerse frente a los riesgos inherentes a la vida y, de hecho, lo hacen.